Hace ya unos
cuantos años, mientras nuestros alumnos participaban en la competición
municipal de fútbol, mi compañero José
María (especialista de Ed. Física de nuestro cole) y un servidor, nos
planteábamos muchas dudas sobre la preparación de nuestro alumnado para
competir de forma adecuada. En primer lugar observábamos que durante las clases
de Ed. Física y en los juegos de patio, el
comportamiento que manifestaba nuestro alumnado estaba lejos de considerarse
deportivo y respetuoso. Sabíamos que nuestros alumnos tendrían que competir con
otros colegios, teníamos que enseñarles a hacerlo de forma correcta, primando el
respeto por el equipo rival, por los entrenadores y los árbitros. Necesitaban aprender a gestionar sus emociones,
afrontar el fracaso y entender que en la competición no todo es ganar o perder,
sino que hay un sinfín de resultados posibles que enriquecen y nos hacen crecer
como deportistas y como personas.
De esta
situación surgió “La Champions de los viernes”
una competición entre clases que tenía como finalidad; enseñar a
competir dentro de unos valores deportivos poniendo énfasis en aquellos
aspectos que se suelen obviar en el deporte profesional y que tantos
ejemplos malos proyectan hacia nuestro alumnado. Hablo de comportamientos como
ayudar al árbitro reconociendo con honestidad determinadas infracciones,
preocuparse por la salud de un compañero o rival cuando éste se hace daño o ,cosas
tan simples, como usar un lenguaje adecuado mientras se juega.
Trabajando
junto con mi compañero José María, conseguimos inculcar poco a poco estos
valores en el equipo de fútbol del colegio, que además de resultar subcampeones
en aquella competición, dieron una imagen de fairplay que rompía con muchos prejuicios que se tenían sobre nuestra
escuela. La idea era sencilla, además de hacer una labor de implicación del
alumnado y de concienciación, iniciamos
una competición interna en la que se premiaban todas las conductas que queríamos
fomentar. Mientras jugábamos nuestra liga interna de fútbol, usábamos tarjetas
verdes para indicarles a los jugadores una conducta deportiva destacable. La
importancia de tales conductas era equiparable a un gol, por lo que si un
equipo conseguía meter tres goles durante el partido y, al mismo tiempo, había
conseguido tres tarjetas verdes, su puntuación total era de 6 puntos. De igual
manera existían las tarjetas rojas que se usaban para indicar que la conducta
manifestada por el jugador no era la deseada. Éstas restaban un gol al computo
total, por lo que al final del partido se podía dar la situación de que el
equipo que más goles anotaba, era el perdedor por culpa de acumular tarjetas
rojas o simplemente porque el otro equipo conseguía menos goles pero lo
contrarrestaba ganando muchas tarjetas verdes. Poco a poco los alumnos se daban
cuenta de que los goles no eran lo más importante, que había muchas
circunstancias iguales de importantes o incluso más. Tras una etapa de
adaptación venía la etapa de “disfrutar” de lo sembrado. Los partidos eran muy
fáciles de arbitrar, las conductas negativas se reducían y las conductas
positivas generaban un buen clima que el alumnado reconocía como deseable.
Mientras que antes tu compañero te recriminaba de malas maneras un error, ahora
ese mismo compañero daba ánimos para no caer en una infracción e intentar ganar
la preciada tarjeta verde. Si bien es
cierto que al principio el poder coercitivo de las tarjetas es determinante, poco
a poco el alumno aprecia y valora ser destinatario de conductas deportivas.
En la actualidad,
esta tónica la he recuperado en el Centro bajo el nombre; “Territorio
Champions”, la idea es mucho más ambiciosa. Ya no se trata de dar respuesta a
un equipo que participa en una competición externa, ahora integramos a todo el
alumnado, desde los pequeños de primero hasta los grandes de sexto.
A nivel de Centro he diseñado de forma
gráfica a dos personajes icónicos, por un lado tenemos a Mr. Fairplay que
representa las conductas deportivas y al
Cebolla que representa las conductas antideportivas. Además de ser una forma
muy gráfica de inculcar estos valores en los más pequeños, se consigue integrar
de este modo, las tarjetas verdes y rojas en cualquier juego realizable durante
las clases. Ahora, toda actividad lúdica es buena para inculcar conductas
positivas; incluso juegos que tienen poco o ningún elemento competitivo, puede
ser trabajado de esta manera pues valores como el respeto por unas normas
siempre estará presente. Durante las sesiones, los alumnos saben que si llegan
a tener 3 tarjetas rojas, perderán la recompensa en arrayaneuros que pueden
ganar durante esta hora. De este modo también relacionamos la “Champions” con
otro de nuestros proyectos que es “La tienda Arrayanes”
Por otro lado mantenemos
la “Champions de los Viernes”, donde
el equipo de sexto juega contra el equipo de quinto. El tercer ciclo suele tener dificultades para
cumplir con las pautas de conducta del cole por lo que participar en la
Champions es una forma de premiar y fomentar el buen comportamiento. La norma
para esta competición, además de las tarjetas, son muy sencillas:
· Se juegan a juegos propios de Ed. Física sin entrar en deportes tradicionales
como el fútbol. Con ello se pretende dar más protagonismo a todas las
actividades que tienen aceptación por la mayoría, que están diseñadas para ser
más educativas que los deportes y que no requieren de habilidades previas o de
unas condiciones físicas concretas.
·
Los jugadores de esta competición son designados
por las tutoras de cada grupo teniendo en cuenta el trabajo y comportamiento
durante la semana. De este modo se pretende dotar al tutor de una herramienta extra de autoridad para
mejorar el clima de aula y un refuerzo positivo para el alumnado.
·
Esta competición, que ampara a todos los alumnos
de tercer ciclo tiene un seguimiento extra que trata de dar especial
visibilidad al ámbito educativo de la competición haciendo sentir al alumnado
protagonista de una experiencia muy real, donde los resultados se hacen
públicos para que todos puedan seguir sus progresos, siempre desde un punto de
vista constructivo. Aquí puedes ver un ejemplo de nuestro rincón para la
promoción de la competición y pinchando aquí puedes entrar a las crónicas de la“Champions de los Viernes”.
Por supuesto
no podía faltar el equipo de fútbol de la
escuela. A pesar de que estos años el Ayuntamiento de Linares no ha
convocado competiciones escolares, este curso he querido apostar por organizar
nuestros propios partidos con otros colegios. El equipo de fútbol tiene que
cumplir un código de comportamiento y pagar sus fichas con “Arrayaneuros” (siquieres saber más sobre los arrayaneurospincha aquí). Este sistema está siendo de ayuda para dar respuesta al alumnado
conflictivo de todos los cursos y al mismo tiempo dar más utilidad a la moneda
de nuestro cole.
Como muestra de este último apartado debo destacar el trofeo de Navidad que organizamos el pasado mes de diciembre en colaboración con nuestro instituto de referencia el IES Himilce. El partido lo organizamos con mucho celo y cariño para que realmente la experiencia resultara inolvidable para nuestro equipo. Música, trofeos, mvp, un público inmejorable y unas instalaciones geniales, fueron el caldo de cultivo donde se coció esta competición que terminó resultando más una convivencia familiar que otra cosa. Los dos equipos se comportaron de forma inmejorable, el partido transcurrió sin incidentes y el protagonismo se lo llevó el buen ambiente y un juego divertido. El colegio Arrayanes se adelantó con un tempranísimo gol desde la línea de medio campo que sorprendió al guardameta del equipo contrario. Pero los jugadores del IES Himilce mostraron su solidez encajando tres goles y adelantándose en el marcador. Fue casi al final, cuando el colegio Arrayanes marcó dos goles que dieron lugar al empate, y por tanto, a la tanda de penaltis para decidir al vencedor del encuentro. La gran labor de su portero y el acierto de sus lanzadores dieron el triunfo al IES Himilce que se proclamó vencedor de este primer trofeo navideño. También se dieron premios a los jugadores más valiosos de la competición siendo Aarón el MVP de los Arrayanes y Rafaela la MVP del Himilce.
En relación a
este evento, me gustaría agradecer a
todo el claustro de Arrayanes por implicarse de diferentes maneras en esta
actividad para que todo saliera estupendamente.
Mi compañero José Miguel,
profesor de Ed. Física del IES Himilce por su colaboración, su entusiasmo y su calidad
humana para que este “Trofeo navideño” fuera especial para nuestro alumnado. A
María del Mar, orientadora del IES Himilce por estar siempre abierta a tender
puentes que faciliten la comunicación
entre el mundo de la escuela y el instituto. A Ana Belén, jefa de estudios del
IES Himilce por acompañarnos y apoyar esta iniciativa.
Concluyo que es posible realizar
competiciones educativas fomentando valores de deportividad y juego limpio en
nuestro alumnado. Para ello es necesario romper con lo establecido desde las
competiciones deportivas predominantes, y como
docentes, poner el acento y la lupa en aquellos aspectos que deseamos fomentar.
Si nos obcecamos en seguir la estela del deporte tradicional, nos encontramos
que los valores deportivos son un añadido bonito, pero nada más. En la escuela tenemos el poder de convertir
el fairplay en un objetivo en sí mismo, pues somos nosotros los que
gestionamos, evaluamos y moderamos la actividad. Es imprescindible que nuestros
alumnos entiendan todo lo bonito que esconde una competición, que la victoria no es un objetivo que se
puede lograr a cualquier precio, que
la derrota no es un fracaso y que el camino que se recorre para llegar a ambos
desenlaces esconden tantos aprendizajes que es necesario subrayarlos,
ensalzarlos y señalarlos para que los alumnos aprendan de ellos.
Dedicado con
mucho cariño a mi compañero José María Ruiz de Lacanal, porque en estas
aventuras aprendí que el camino se anda mejor con un buen “sosio”.
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