Aún recuerdo cuando llegué a este
cole y empecé a trabajar con mi grupo de 3º. Aquel año hicimos una cantidad de
cosas impresionantes pero la que más me gustó fue nuestra cueva. Todo empezó
como una pequeña aventura y la idea era hacer un refugio donde sentarnos a leer
y pasar miedo aprovechando que andaba cerca la festividad de Halloween.
El resultado fue genial, construimos
una pequeña cueva con paredes que imitaban la piedra, usamos todos los
materiales que teníamos a mano, nos pusimos hasta arriba de mugre y nos reímos
bastante. Aquella cueva se nos quedó
pequeña, y este año reciclamos todo el material posible para hacer una cueva
más grande y mejor. Es lo bueno que tiene repetir las cosas, aunque al
principio da pereza, siempre consigues
mejorar lo que hiciste anteriormente. Es cierto que la Cueva de este año es
mucho mejor, pero ya no solo pertenece a
los niños de 4º, ahora es de todo
el cole. Fue impresionante como los maestros se implicaron para desmontar la primera versión y cuidaron de que no se
perdiera ninguna de las paredes durante el transcurso del verano. El maestro Juan Antonio y José María (el de
gimnasia) nos ayudaron a volver a montar nuestro refugio en un lugar más grande
y con más espacio. Muchos niños de otros cursos nos ayudaron a elaborar nuevas
paredes para cubrir el espacio, que ahora era más grande. Sin el trabajo de mucha gente no podríamos
haber disfrutado de la Cueva de Lectura de los Arrayanes.
Cuando uno piensa en leer, no
suele recordar los libros que te
obligaban a leer en el instituto, ni tan siquiera aquellos que nos endiñaban en la escuela sin tan siquiera
preguntarnos qué tipos de libros nos gustaban. Aquellas lecturas por desgracia
no enganchaban, era un mero trámite para aprobar una asignatura. Es obvio que la
lectura jamás es una labor carente de sentido, siempre se aprende y nos ayuda a
mejorar como alumnos. El problema es cuando el objetivo no es ese, no hay forma
más bonita de crear lectores que sembrando la necesidad de leer en cada uno. Un
maestro no debe obligar a la lectura, debe ser un descubridor de libros, un
buen narrador, escuchar lo que les
interesa a su alumnado y sobre todo crear situaciones que conmuevan el corazón
lector de cada niño y niña. Hacerlo de esta manera garantiza que nuestros
alumnos seguirán leyendo cuando salgan de la escuela, lo interiorizarán y, más tarde, les mostrarán a sus hijos las aventuras que
esconden los libros; dejarán de leer para ser mejores alumnos y leerán para ser
mejores personas.
Esconderse para leer un libro que
te dijeron que era para mayores, usar una linterna y meterte debajo de la cama
para leer un relato de terror, dibujar y soñar con lo que has leído…de este
modo lograremos que muchos aprendan a amar los libros.
Porque aprender a leer, es aprender
el idioma de los sueños.
Gracias a todos los alumnos de 4º
por su gran trabajo en este vídeo. A la seño Tania por compartir un rato con nosotros y
grabarnos. Y a Los Arrayanes porque la
cueva tiene un poquito de todos.
Leyendo el relato de "La cueva de lectura", no he podido evitar que mi memoria me llevara hasta el armario empotrado de mi habitación del seminario de Jaén, donde siendo niño, y acompañado únicamente de una vela, leía y leía clandestinamente. Buen invento, el de la cueva, buen lugar para iniciar vuelos a cualquier lugar. Enhorabuena.
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