Quizás para comprender mejor esta entrada del blog,
haya que entender un poco el camino que
tomó nuestra biblioteca escolar hace tiempo, para ello recomiendo visitar este
enlace:
Como breve
resumen, y a modo introductorio, es interesante recalcar que durante el proceso de
adaptación de la biblioteca, muchos libros y tomos fueron “descalificados”
inicialmente, muy a nuestro pesar. Estos ejemplares no reunían los criterios
que considerábamos necesarios para nuestro alumnado, generalmente, su
extensión, tipo de letra, lenguaje y vocabulario los situaba lejos de las habilidades lectoras que
predominan en nuestro contexto. Era doloroso ver las obras de Julio Verne o R.L
Stevenson relegadas al olvido. Esta situación no era deseable desde un punto de
vista pedagógico. Por otro lado, que nuestro alumnado no tuviera la soltura
para enfrentar estas obras en la actualidad, no significaba que en un futuro no
estuvieran preparados para ello. De hecho, el trabajo que se está realizando
desde el Plan de Lectura de biblioteca y el PLC, está enfocado en sembrar
hábitos lectores a largo plazo a base de una metodología que prima el
descubrimiento del placer por leer como eje vertebrador de todas nuestras actuaciones
a nivel de aula y Centro.PULSA EN EL VÍDEO PARA VER TODO EL PROCESO:
El
funcionamiento de este espacio es sencillo y
muy similar al de cualquier biblioteca. El alumnado puede entrar a
seleccionar un libro y llevárselo para leer. Una vez terminado, el propio
lector, decidirá si el libro merece la pena ser resucitado (devolverlo a la
biblioteca del Centro) o por el
contrario, continuar con su descanso en
el cementerio hasta que un alma valiente vuelva a dar vida a su contenido
¿Quién sabe? Quizás, como sucedía en la saga de Carlos Ruiz Zafón que inspira
esta idea, tal vez sean los libros los
que elijan al lector.
El Cementerio
de los libros olvidados no es un simple apéndice de nuestra biblioteca, es una
filosofía, una forma de entender la lectura que entiende que todo lo que rodea
a los libros es fundamental a la hora de
fomentar unos hábitos lectores duraderos y sólidos en los más pequeños. Nuestro
contexto nos obliga a trabajar de esta manera, no podemos esperar que el
entorno sociocultural, poco amigo de los libros, se imponga sin presentar
batalla.
La creación de
este espacio de lectura/biblioteca ha estado llena de multitud de experiencias pedagógicas que
han enriquecido enormemente el curso. Cabe destacar que la idea de crear un
cementerio para los libros descartados
en el “gran expurgo” surgió de casualidad al coincidir el trabajo de la
biblioteca con el periodo en el que estaba inmerso en la lectura de la obra de Carlos Ruiz Zafón “El cementerio
de los libros olvidados” (muy recomendable). Por aquellos entonces, la idea sugería
un trasfondo de misterio y eso siempre proporciona unos pilares interesantes
para comenzar un proyecto. Pero no fue hasta este pasado curso cuando se
presentó la ocasión de trabajar en serio y darle forma. Sucedió que, como
ocurre muy a menudo en nuestro cole, un grupo de alumnos díscolos amenazaban la
“paz” (risas) que reina en nuestras aulas. Estas conductas requerían una ayuda
extra de las familias para lograr encauzar
la situación y lograr un equilibrio que
garantizara unos mínimos para dar clase.
Pero otra vez, y con más frecuencia de la deseada, no obtuvimos respuesta por
parte de las familias para solventar el problema. Fue entonces cuando la construcción
del Cementerio se presentó como un vehículo para facilitar la convivencia. Se
propuso al grupo de alumnos que protagonizaban la mayoría de las fechorías,
trabajar en este proyecto a cambio de un compromiso por mejorar su conducta. Así plasmó en este documento:
Fueron muchas
las experiencias que vivimos en las horas que trabajamos allí, fue mucho lo que
aprendimos y más aún lo que dejamos aprender. Como anécdota, muchos de los que vieron
el vídeo que ilustra el proceso de
construcción y conocedores de los problemas de conducta que presenta nuestro
alumnado, se sorprendieron al ver trabajar a los protagonistas
con herramientas que a nadie en su sano juicio se le ocurriría dejarles. Reflexionando
sobre ello, y después de haber salido todos ilesos, me queda pensar que tal vez
sea precisamente eso, quizás hemos acostumbrado a ciertos alumnos a vivir en el
terreno constante de la desconfianza. Les arrebatamos el privilegio de gozar de
la confianza de los demás y tal vez, cuando les fue restaurada, parte de esa
sensación que solo puede otorgar el que se arriesga a confiar, supieron reconocerla,
valorarla y corresponderla con honradez.
Son muchas las
aventuras que podría contar, pero este texto se alargaría demasiado. Para ir
concluyendo, quiero poner en valor el proceso que ha supuesto la construcción
del cementerio por todo lo que nos aportó para favorecer la convivencia en el
cole, aunque fuera un poquito. Seguimos dotando al colegio de espacios y situaciones
que conviertan la lectura en algo trascendental en la vida del alumno, en una
experiencia única, que de seguro y magnificado ahora por su imaginación infantil y más
tarde por la nostalgia, se convertirá en un recuerdo magnífico cuando sean
adultos.
Me gustaría
agradecer a Samuel, Isaac, Luisma, Manolito, Asensio y Cristian el trabajo que
realizaron en este lugar y que de seguro podrán disfrutar sus hermanillos con
el orgullo de saber que ellos fueron protagonistas y artífices. A todos los
alumnos que formaron parte del taller del Cementerio: Ramsés, Israel, Valentín,
Serafín, Ramón y Juanma. Al maestro
Bruce por estar siempre apoyando este tipo de iniciativas, por sus sabios
consejos y grata compañía, por sanchear conmigo y hacerme quijotear con
él. A la sita Mari Carmen y a Sindy, por
esos ratillos por las tardes que nos proporcionaron una buena terapia entre
brochazo y brochazo. Al “Miarma” por
dejar sus sevillanas maneras estampadas en la techumbre del Cementerio. Y por
último, a mi señora, por ir vigilando con el rabillo del ojo todos los
contenedores con los que se cruzaba por la calle en busca de corcho o madera,
gracias a ti, la cueva está construida casi en su totalidad con material
reciclado. Muchas gracias.
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